“Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión, un grito, sangre aullando.” Alejandra Pizarnik Pensé: “No me gustas Pizarnik”, tu pesimismo, esa manera miserable de ver la vida, no me gusta, tener empatía contigo me parece sumar a reproducir las almas atormentadas, sin embargo, después de indagar e indagar en tus escritos, al fin hubo líneas tuyas que me gustaron y parecieron atenuar mi malestar por no entenderte, me justifiqué el rechazo pensando que a pesar de las diferencias podía encontrar cosas en común con las que concordáramos. Me has dejado pensando, y pienso: ¿Por qué la mayoría de las personas que más he admirado ya sea artística, literaria o simplemente que han sido brillantes en algún campo o área de su vida han terminado en suicidio?
Había una vez un faro, un faro incurablemente optimista y no estaba dispuesto a cambiar por ningún otro su alegre oficio de iluminador. Se imaginaba que la noche no podía ser noche sin luz, se creía que esta era la única estrella a flor de la tierra pero sobre todo a flor de agua, y hasta se hacia la ilusión de que su clásica intermitencia era el equivalente de una risa saludable y candorosa. Así, hasta que en una ocasión aciaga se quedó sin luz… sintió que su recio corazón se estremecía y ya no pudo más. Cerró su ojo de modesto cíclope y lloró dos o tres lágrimas de piedra… Decía Benedetti en uno de sus poemas que, quizá el problema es que no hay cirujanos del alma, igual que el faro que tuvo noción de la tragedia. Y es que ¿cómo saber que aunque el alma no es el cuerpo, no muere también? Quizá por eso el mundo sea de los que no sienten. De otra manera no sé, no sé cómo toleramos o por qué el sentir mucho se presenta como un signo de debilidad ¿Cómo toleramos lo qu